Con el inicio del otoño, el agua de Las Canteras se enfría y las noches se alargan. Con ello, algunas especies que casi no observamos durante el verano se acercan a nuestra playa. Entre estas, la sepia o choco.
La sepia (Sepia officinalis) es un molusco cefalópodo común en fondos arenosos, rocosos y sebadales. Tiene un cuerpo ovalado bordeado lateralmente por sus aletas, que ondea con elegancia cuando se desplaza. Sus tentáculos se encuentran próximos a la cabeza. Posee ocho tentáculos cortos con dos hileras de ventosas y otros dos más largos y retráctiles, con los que caza presas como peces, pequeños moluscos y crustáceos. Para moverse rápidamente, expulsa un chorro de agua a través del sifón. En caso de sentirse amenazada, también puede echar tinta como método de distracción.

Pero, sin duda, lo más llamativo es su camuflaje. Gracias a unas células denominadas cromatóforos, pueden cambiar de color en un instante. Esto permite al animal pasar completamente por desapercibido. Muchas veces se oculta entre las algas o se posa en el fondo adoptando la forma y el color de una piedra. También se suele enterrar en la arena para ocultarse. Asimismo, el cambio de color lo emplean para comunicarse con otros ejemplares.
Aunque están más activas durante la noche, es frecuente observarlas durante estas fechas por el día. Su comportamiento ante el buceador es variable. Algunas veces, nada más acercarnos desaparecen a gran velocidad, pero otras, sienten una enorme curiosidad por nosotros y nos deleitan con su bella natación. Tienen un aspecto tan singular que parecen seres de otro planeta.