Eran chiquillos, a principio de los setenta del siglo pasado, cuando vieron aquellos primeros surferos venidos de otros lugares coger olas en “la línea” frente a la desaparecida fabrica de La Cicer. Se maravillaban con sus tablas y con todo su mundo, libres, siempre en contacto con la naturaleza, domando las olas. Un mundo sin “amarraderas”.
Pepe Codorniú y Alberto fueron los primeros locales que se atrevieron a desafiar nuestras olas, su profesión les facilitó el contacto con los surferos extranjeros. Ellos fueron la “cabeza de puente” entre los forasteros y los chiquillos de la playa de Guanarteme, la curiosidad de los locales y las ganas de experimentar esas sensaciones de libertad hicieron el resto.
Dar las gracias a la entrañable Familia Zanolety ( propietaria de las fotos ) y a Maria Acosta Baz por hacernos llegar esta colección de retratos de un gran valor documental, en ellas y que quede para la historia podemos ver como fue el empezar de la gran cantera de surfers que ha dado la playa de La Cicer.
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