A los caminantes por la vida.
Suele decirse que hace mal tiempo cuando llueve; sin embargo, la lluvia es, a mi entender, una de las mejores cosas que le pueden suceder a Gran Canaria, si no daña el turismo: el agua es la vida (como el sol).
El agua dulce del cielo aclara la atmósfera, refresca el ambiente, pinta de verde el campo donde florecen los colores de Primavera, llena las presas, da vida a los secos barrancos, inventa saltos en los acantilados, lava los laureles polvorientos de las aceras y los coches que no tienen garaje y nos cambia el “chip” por unos días. La dulce agua de lluvia, además, nos renueva la esperanza y la ilusión por el próximo verano.
Por la mañana, uno puede ir a las Medianías a gozar del olor a campo fresco y a comer en un asadero cual buen dominguero. Por la noche, puede uno acostarse en la cama acurrucado bajo su manta o su edredón oyendo el chapoteo de la lluvia en la calle, sintiéndose seguro, familiar, niño, y a gustísimo porque mañaña no hay que ir a trabajar.
Aunque estemos en alerta amarilla, aunque el barranco de La Ballena se limpie en la playa de la Cícer, aunque no podamos llevar a los niños a la playa este fin de semana y nos quedemos en casa, aunque la buena iniciativa de la Caminata por laVida haya sido bajo paraguas, la lluvia es, en estos tiempos de sequía, una bendición. ¡Ya habrá ocasiones para ir a la playa!
En la playa de Las Canteras llueve sobre mojado porque el agua dulce cae en el agua salada.
En casita, sábado 28 de octubre de 2006
Luis del Río García