Un día marché de la isla por amor.
Me alejé de mi tierra y de mi gente, de un paisaje querido y cercano, de calles con encanto y cafés evocadores de conversaciones amigas.
Por amor, me alejé de una playa que me enseñó a jugar con las olas y con la arena, que me abrió ventanas al amor y al desamor.
Una playa, la playa…de Las Canteras, guardiana de momentos amargos y momentos felices, presente en mis despedidas y en mis bienvenidas.
Olas de holas en vaivén.
Por esos saludos que quedan en mi memoria cuando marcho y que llegan a mí cuando regreso,
Por esos saludos que viven dentro de mí, es que yo vuelvo.
Enamorada, siempre enamorada de mi hombre amado, que me lleva, y de ella, mi querida playa, que me trae siempre de vuelta.
Porque su corazón late y me hipnotiza,
Porque sus olas baten y me hechizan.
Y siempre de ida y vuelta, arropada y abrazada,
Mecida y arrullada.
Por él, mi hombre amado, y por ti , mi playa de Las Canteras.