Si estás margullando y ves una pequeña concha sobre una piedra, detente un momento a investigar y quizá te lleves una agradable sorpresa. Eso sí, tendrás que acercarte mucho porque el personaje de hoy es realmente minúsculo.
“Pagurus anachoretus” es el cangrejo ermitaño que se ve con más asiduidad en Las Canteras. Este crustáceo decápodo es capaz de adaptar su abdomen de forma que quepa en pequeñas conchas de gasterópodos, que utiliza como morada. Cuando la casa se le queda chica selecciona otra más grande y se manda a mudar.
Fíjense en la completa anatomía del animalillo. De todas las extremidades que posee, las dos frontales son pinzas (curiosamente la derecha es más gruesa) que utiliza para comer y defenderse. De las otras 8, usa 4 básicamente para el desplazamiento y le quedan aún 4 más, ocultas casi siempre bajo la concha, que puede utilizar para varios fines como el de proteger los huevos en el caso de la hembra. Además posee dos antenas larguísimas, unas pequeñas pinzas a la altura de la boca y unos ojillos de lo más llamativo.
Dos curiosidades más. La primera es que se las ingenia para asociarse habitualmente con pequeñas algas urticantes, que suelen recubrir la concha y pueden resultar fatales para un enemigo. La segunda es que las peleas que se forman cuando dos cangrejos luchan por una nueva casa tienen fama por su especial virulencia. La verdad es que viendo el tamaño de esas tremendas pinzas frontales no creo que se sienten precisamente delante de un café a decidir quien se queda con la concha.
Por cierto, ahora que está el tema tan candente, el cangrejo ermitaño es uno de los animales que ha sufrido con la excesiva acumulación de arena ya que le encanta habitar (aparte de los charcos intermareales) las praderas de cymodocea nodosa, nuestros añorados sebadales. ¡Lo llevas claro en Las Canteras colega! Como no cojas una pala y un cubo…
Manuel Marichal
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