“Difícil tarea acercarse a un pulpo sin que salga disparado a esconderse tras la piedra más cercana. Sorprender a este molusco en terreno despejado es tán difícil como conseguir que se esté quieto ante la cámara. Este ejemplar, sin embargo, vagaba muy cerca de la orilla una mañana de Octubre y tardó unos minutos en reaccionar, así que me dio tiempo a zambullirme un par de veces y retratarlo con detalle antes de
que emprendiera la huida.
Aunque es más normal ver un pulpo a la altura de Peña La Vieja, donde el fondo rocoso les sirve de cobijo, este en concreto fue sorprendido en suelo más arenoso, a unos 500 metros en dirección a La Puntilla. Lástima que el conocido cefalópodo no se deje ver más a menudo en nuestra playa.
Ha aprendido a temer al hombre, mejor para él.”
Manuel Marichal