De cuando Juan Canario se baño en Las Canteras un domingo de verano

¡Quiti cristiano…! ¡Cuando me bañé en la playa de Las Canteras estaba más espicha de gentes que un perro callejero plagao de pulgas y garrapatas…! ¡Y toíto el mundo dando esperrios, codazos, rabos, y vaivenes…! ¡Y el agua toa embarra dando tufo a rancio, pasturas y miaos…! Oh, con decirle que cuando llegué a la choza tó rengao y contaminao estuve tanto tiempo en remojo que por el canto de un duro no agarré una pulmonía urbaniza por el colegio médico… Pero deje que le cuente, cristiano, que la cosa tiene su cofia…:

Na… que de la caló tenía una jaqueca tan grande como una cómoda encima el sentío y la cara regaña como un aguacate machucao, cuando, sin darle mas vueltas al coco, atrinco el role al remolque del coche de hora y, en menos de un marín de dos pingué, ya estaba en la playa Las Canteras poniendo los ñames en remojo por la orillita… ¡Había tal remanzo de paz que el eco de las olas retumbaba en la Peña la Vieja…! ¡Y un silencio que se partía un queso tierno con un suspiro…! ¡Y el agua estaba tan clarira y salaíta que daba gusto poner los cataplines en remojo…! Oh, con decirle que me jinqué una ronga de margullos, vueltas de casnero, nadando p’a 1’antre, p’atrá, a brasa, a mariposa, haciendo el Cristo, el taita, jugando a sopita

y pon y chingando a un pisulá con cara de domina el indio y el catalán y que tenía una cabeza apepiná con más de kilo y medio de frente… ¡Tardé más tiempo en salí que los papeles del juzgao…! ¡Del gustito se me puso una sonrisa entre los encaramillados y sarrosos huesos de la boca…! Y, pa más recochineo, me rumbé en la arena como una panchona cara al sol y con las patas abiertas como una cabra parturienra… ¡Me entro un cosquilleo…! ¡Un embelesamiento aplatanao…! Oh, con decirle que nada más que pensar que iba a agarrar un colór tostoao moreno ricachón me quedé dormío como un tronco… ¡Parecía un Marajá en un paraíso rropical…!

Total… que se doblaron las horas como las nubes majoreras que van de paso y, cuando me desperté, los ojos se me pusieron como un conejo en madriguera batallando con hurón… ¡Vaya un genterio, caballero…! ¡Ño, del susto me quedé más negro que la sombra de una higuera…! ¡Si estaban tottos pegaos como las sardinas en lata…! Y, p’a mas soponcio, me tocó al laíto una pambufa tan pambufa que si le da por jincarse un bufo, seguro que desintegra el átomo o me deja tó ovillao como a un cochinillo de maceta cuando uno los atienta… ¡Y a lo mejó contrajo matrimonio conforme a la ley de Dióytáycuá…! ¡Y si por lo menos el mano fuera pisulá…! Y, p’a más recochineo, cuando enfilé la proa para la marea p’a darme otro chapuzón, un manojo de pollancones que estaban jugando al fulbo me jincaron un balonazo que del estampío se me llenó el coco de pájaros y flores como la finca de Osorio… ¡Me quedé sangolotiando y con el pescuezo enterrao…! Y, p’a más soponcio, un rio que estaba corriendo a toa mecha como un toro desbocao, me largó cal sacudía que del talegazo me tragué dos kilos de arena… ;Se me puso la cara como un aguacate ralito y machucao…! Y, p’a mas desgracia, caí al laíto de un sonao que tenía la radio a toda mecha cantando…: “poropopó, poropopero, poropopó”.

¡Ya santísima, tales poropopó…! y encima el tio me miraba descojonao perdió como queriendo insinúa que no hay na como la democracia… Y, p’a más cabreo, un chiquillo con cara de mataperro se sacó la pirinola y con una sonrisa en la esquina de la boca, se largó tal mea junto a mi vera, que la espuma levantaba bombitas como si fuera de un jabón inglés… ¡Fuerte mea, caballero…! ¡La Presa de Las Niñas era una palangana al lao de aquello…! Y, cuando me levanté ciegato perdió y a tientas p’a lavarme la cara, agarré sin queré dos tetas pombosas y remenionas que cuando quise abrir los ojos p’a verlas más de cerca, la dueña de las tetas que estaba pálida como la flor de un jazmín, me largó tal pujío que me dejó los besos hinchaos y los ojos birollo… ¡Aquello sí fue una cachera como una tortilla de boda, caballero…! Y, p’a quitarme la calentura, enfilé a toa mecha p’a la marea pegando un salto como la torva de un molino… ¡Me quedé baldao de los cuadriles y cambao del doló…! Y, p’a más mojo con morena, cuando abrí los ojos estaba el agua tan embarra de pasturas y miáos que las narices se me pusieron como los chorizos del país y la boca como una alcantarilla… ¡Vaya un tufo más apestoso, caballero…! Oh, con decirle que p’a salir del agua tuve que achica más porquerías que un estercolero…

Total… que salí de la playa volando como una paloma correo y, cuando llegué a la choza, la Fefa me dijo…:

– ¡Sus Juanillo…! ¿De dónde vienes mi niño toíto hecho arretranco y con atiaban anda como un turronero escachao…?

– Oh, de bañarme en la playa de Las Canteras…

– ¿Y los moretones esos, mi jijo…?

– Oh, de bañarme en la playa de Las Canteras…

– ¿Y el tufo ese a estercolero…?

– Oh, de bañarme en la playa de Las Canteras…

– ¿Pues sabes una cosa, Juanillo…?: ¡P’a venir hecha una jedionda como tú, pues prefiero bañarme en la acequia y escarrancharme a cojer el sol en el cercao…!

Juan José Romero Hernández ( Los famosos cuentos de Juan Canario-1994 )

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