Nuestro pulpo (Octopus vulgaris ).

(Dibujo: Vicente García R.)

Que buen playero, que se precie, no ha capturado un pulpo. Seguir su rastro de conchas y piedra en los charcos. La sorpresa repentina de verlo asomado en su cueva, mirándote fijamente a los ojos. Sentir al capturarlo como las ventosas de sus rejos se pegan a tus brazos. Son sensaciones que van unidas a todos los que hemos pasado algún momento de nuestra vida correteando por las rocas y mariscos de la playa de Las Canteras. Sensación que cada día es más difícil de sentir, ya van quedando pocos ejemplares de este querido cefalópodo en nuestro litoral. Entre el hombre que no los perdona y la gran acumulación de arena que tapa sus guaridas y su alimento, al final se acabara con ellos.

El pulpo es un molusco cefalópodo que se caracteriza por tener el cuerpo blando con un cerebro bien desarrollado, se dice que es muy inteligente y que distingue entre colores y siluetas. Tiene fama de practicar el canibalismo, ósea comerse unos a otros, sobre todo en épocas reproductora. Posee ocho rejos o tentáculos con dos filas de ventosas en cada uno de ellos. Entre ellos y bajo su cuerpo esta el temible “pico de loro” diente único de la “boca” por donde el pulpo se alimenta, peligro para quien los atrapa, una buena mordida con su pico produce un buen dolor. El tamaño del pulpo viene dado principalmente por su alimentación. En una zona más rica en alimentos, lo pulpos son mayores. Se alimenta de crustáceos, pequeños peces y moluscos. El pulpo, por otro lado, es el alimento preferido de las morenas. Sus ojos grandes le aportan una buena y completa visión.

Cambia de color y de forma muy rápidamente al estar amenazado. En pulpo puede moverse con gran rapidez gracias a su sistema de “propulsión a chorro”. Otra de sus formas de huir es lanzando su chorro de tinta y camuflándose en el. Su vida pasa entre cuevas, rocas y rajones.

Uno de los momento más impresionantes de la vida de un pulpo (aprox.: 1 año) es a la hora de reproducirse.

Reproducción:

El pulpo macho fecunda los huevos en el manto de la hembra, a partir de este momento, ésta buscara una cueva donde cobijarse. En esta cueva la pulpa fija al techo de la cavidad las tiras de huevos en una especie de racimos de gelatina. Estas agrupaciones verticales pueden contener hasta 1.000 huevos de 6 mm. de longitud. Una hembra puede poner entre 100.000 y 400.000 huevos en dos semanas.

Durante tres meses “ más o menos”, la madre pulpo vivirá solamente para vigilar sus huevos, alejando de la cueva a los predadores que acechan. Mientras tanto con sus tentáculos armados de poderosas ventosas pulirá la superficie exterior de la envoltura de los huevos conservándolos limpios de suciedad y vegetación. También usa los sifones de agua que le sirven para impulsarse como una especie de manguera con la que lanza pequeños chorros entre las hileras de huevos expulsando toda minúscula partícula de suciedad que pudiera estropearlos.

La dedicación de la madre pulpo es tal, que durante esos tres meses no abandonará ni por un segundo la cueva, ni siquiera para alimentarse. Al cabo de este tiempo los pequeños pulpos nacerán y su madre, agotada y desnutrida por tantos cuidados maternos morirá inevitablemente. Los -bebes- pulpo, saldrán al mundo marino con la idea de sobrevivir y llegar a ejemplares adultos, pocos lo conseguirán.

www.miplayadelascanteras.com

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Comentario

  1. leo:

    27/04/2021
    Responder

    Hola , muchas gracias por la nota, justo estoy haciendo un informe del tema para la universidad y me fue muy útil. saludos desde Argentina

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