Uno de nuestros crustáceos más comunes es el “camarón de charco”, habitante muy habitual de nuestro charcos, sebadales y ambientes marinos rocosos. Su pasividad y sus previsibles movimientos lo hace presa fácil para la chiquillería playera que armados de cubos y redes corretean por nuestras rocas en busca de sus primeras capturas. Hay pescadores que los usan como carnada para pescar.
Los camarones de charcos (Palaeomon elegans), es una especie capaz de resistir fuertes cambios ambientales, ya que pueden ocupar los charcos más arriba del litoral donde la renovación del agua es poco frecuente, siendo el camarón el único morador de los mismos.
La medida de los ejemplares adultos no suele pasar de los 5 cm. Presentan un cuerpo algo comprimido lateralmente y con el rostro bien desarrollado y ligeramente curvado hacia arriba, con 5-8 dientes en ambos bordes, terminado en un diente agudo, y 3 ventrales muy cerca de la boca. Se alimenta por cualquier cosa comestible que pueda sujetar con sus pequeñas pinzas
Su coloración es traslucida, estando solo decorado por unas finas bandas marrones o un ligero punteado negro, blanco, naranja, amarillo o azul en los bordes del abdomen y patas. Los globos aculares son grandes provistos de un ocelo. Su segundo par de patas son mayores que el primero, siempre simétricas. Las hembras ponen sus huevos en primavera.
Es muy común, viviendo en todo el Atlántico Oriental desde el norte de Europa hasta Suroeste de África. También es corriente en el Mediterráneo y el mar Rojo.
Foto Wikipedia
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