Parece que por fin, aunque sean por algunos días, la prensa y los políticos toman el “toro pos los cuernos” en lo que respecta a la falta de seguridad, deterioro social y urbanístico que soportan la zona de Santa Catalina y la de sus moradores.
Desde esta web, en esta tribuna y en nuestro foro ya llevamos tiempo denunciando el lamentable estado de este barrio. Desde que el turismo se -espanto- la zona no ha ido sino de mal en peor: Edificios ruinosos que no soportarían la más mínima inspección sanitaria y de seguridad, indigencia, menudeo de drogas unido a diarios problemas de escándalos y delincuencia hacen de este barrio, antes orgullo turístico de los ciudadanos de esta ciudad, en uno de los más deteriorados de la misma. Una zona turística de una ciudad que dice ser la capital del Atlántico no puede permitirse que una de sus barrios más influyente y comerciales permanezca así.
Pronto volverán los fieles turistas, posiblemente cada vez menos, y por otro lado empezaran a recalar los grandes cruceros en el Muelle de Santa Catalina. ¿A estos últimos que les estamos dando, al bajar del barco? Nos preguntamos muchas veces.
En estos días “salto” a la opinión publica el temas de las cámaras de vigilancia en la zona. Recordar que en esta web, y una de sus ultimas encuestas preguntamos sobre el tema y casi un 85% estuvo de acuerdo en colocarlas en el paseo de Las Canteras. El pueblo tiene una enorme sensación de falta de seguridad y por tanto se agarra a cualquier formula para sentirse algo más protegido, aunque esta no sea la más correcta. Por supuesto lo ideal seria la presencia constante de policías y el efectivo cumplimiento de las leyes y Ordenanzas Municipales por todos y a todas horas. Pero como esto es imposible, ya que sabemos a ciencia cierta que en las noches de Santa Catalina no hay más de un coche patrulla para hacerse cargo de todo la extensión de barrio, y muchas veces ellos ni sus compañeros están por la labor, por lo cual la cosa esta clara.
Los vecinos y visitantes exigen seguridad y respeto para una convivencia cada vez más complicada, a cualquier precio, incluso pagando con la sensación de sentirse constantemente vigilados.
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