Grande claros animan el día. Luna en cuarto creciente. Más datos y observaciones 

Un amigo de Madrid

Son casi las ocho de la tarde, el sol en el ocaso hace que sus rayos atravesando esas nubes medio grises y el perfil del Teide, nos presenta una imagen rica en colores rojos, violetas y dorados brillantes que perfilando el contorno de las nubes, produce un relajamiento de la mente. Por momentos van cambiando de tonalidades haciendo que disfrutes de algo que no se repite dos veces.

Estas puestas de sol son únicas, comenta para sí Paco. Junto con las de Mogan, son para crear un buen reportaje de fotos. ¡Qué preciosas!.

Cuando mas entusiasmado está mirando el horizonte, recibe un toque en la espalda. – Hombre Ramón, ¿Qué paso? – Nada que hacía calor en casa y he salido a dar una vuelta, ¡hum! se respira aquí en el paseo un olorcillo raro.

La puesta de sol ya estaba en sus últimos momentos y solo unos restos de nubes perdían los hermosos colores que ofrecieron.

– Ramón te has perdido una puesta de sol…, de aquellas que dejan huellas.

-Aquí siempre podemos gozar de ese fenómeno metereológico. Por algo estamos en Gran Canaria, asintió Ramón

-Desde luego, tú no sabes lo que tenemos y la suerte de vivir aquí, paisajes, clima, las gentes.

Ramón lanzo un suspiro, miró fijamente el horizonte y dijo exclamando ¡las gentes!. Se ha perdido mucho de eso que decían los que venían de fuera: Son gentes muy amables y cariñosas; con eso de ¡mi niño! ¡mi niña! conquistan los corazones.

– No te entiendo Ramón, ¿a qué te refieres?. Si que estás pesimista. Yo sigo pensando igual, no tengo porque cambiar. Me gusta ser amable, respetar y ser afectuoso con todos.

-Tú Paco, estas hecho de aquella pasta como yo y muchos grancanarios, pero ha surgido una juventud isleña, que ya hoy muchos son creciditos, que pone en juego nuestro estilo de ser de los canarios. Siempre, desde que nos han conocido otras culturas, nos hemos dado a conocer como un pueblo pacifico y amantes de la buena amistad. Lo que se está viviendo en ésta isla no es normal. ¿Te asomaste ayer por la mañana a la playa?¿Qué viste?¿ Supongo que lo mismo que yo?. Montones de basuras que tapaba la arena.

– Chacho es verdad ahora que me lo recuerdas, una verdadera mierda, además salía un tufo de meado y de otros restos. Es verdad Ramón, no se donde llegaremos, pero la cosa está muy jodida, como siga así. Es un crimen a la naturaleza. Es como si se deseara que desapareciera esta maravilla única en el mundo.

-Me comentaron unos vecinos, que paseando por el paseo, vieron como un grupo de muchachos se dedicaron a esparcir la basura de los contenedores por la arena. Pero ¿esto qué es? Paco te lo digo, no vamos nada bien.

– Si, yo baje un rato a la playa a una mesa de Manolo el del Chinchorro, me invitó a una cervecita y una tapita de cherne y la gente de los alrededores se comportaban, cantaban y lo pasaban bien. Antes de los fuegos me marche. ¡Coño!, pero lo que vi por la mañana me dolió mucho. Yo estuve y no tuve que tirar restos a la arena, mis colillas me las guardé en la misma caja de cigarros. Igual que yo, mucha gente. Pero claro no todos somos iguales y por desgracia, esos otros se multiplican como las cucas.

– Parece que hay gentes que le gusta revolverse en la mierda para ser felices, sino, no saben vivir.

-Mira Ramón, si hubiese más vigilancia y más exigencias para los incontrolados, tal vez se podría ir cambiando la situación.

-Si, pero mucha vigilancia y verdaderas acciones correctivas económicas. Aquí las gente se han pasado la bandera azul por un sitio que yo se.

– Fíjate por allí viene el amigo de Madrid.

Isidoro que así se llama este amigo de Madrid, viene cada año a pasar unas vacaciones y aprovecha la fiesta de San Juan. Es un elemento muy castizo y dice las cosas como las ve, sin tapujos. Al ver a Paco y Ramón hace un saludo poniendo cada brazo por encima de los hombros de cada uno

¿Qué, a la fresca del atardecer?. ¿ Os apetece un traguito? Venga yo os invito.

Aceptada la invitación se sientan en unas de las mesitas entre el Balneario y la playa Chica.

– Bueno que contáis, yo llegue hace una semana y no había tenido ocasión de veros, contad, contad.

Ramón coge la palabra de inmediato y va contando cosas de la playa de meses atrás, pero en un momento de euforia con sus cosas de Las Canteras exclama ¡pero tío!. – Dime ¿que ha pasado? – Si tú supieras Isidoro. –Cuenta no me dejes en la duda- ¿Tú viniste a la playa la noche de San Juan?- Por supuesto que vine, no me lo pierdo, es uno de los motivos por los que cojo las vacaciones en estas fechas. Lo paso de puta madre. ¿Qué hubo algún accidente, Ramón?. Después de los fuegos estuve dándome un bañito, que sabe a gloria a esas horas de la noche, por cierto que gentío y muchas de estas personas irresponsables en su forma de comportarse.

– Tu lo has dicho ahora -interrumpe Paco- Ahí está la exclamación de Ramón y la verdad que ha sido un gran accidente. Todas esas gentes que no han sabido comportarse dejaron la arena hecha un asco, entre plásticos, papeles, restos de comidas, meados y cagadas, un verdadero chiquero. Pa cochinos

– Bueno, yo cuando me metí en el agua, recuerdo que tuve que separar una serie de frutas que flotaban y una cestita con no se que cosas dentro, ya me pareció algo fuera de contexto. ¿Y las autoridades? ¿han dicho o hecho algo al respecto? Porque la verdad sea dicha, aquí mucho piquillo pero a la hora de la verdad todo queda en el olvido. Vosotros, perdonadme, pero los canarios sois gente fantástica, no tengo ni así de queja, pero cuando os reunís para dar soluciones sois un portento proponiendo ideas, cada uno una solución. Se pone tanto énfasis, en la energía desarrollada en ese acaloramiento, que si se pudiera aprovechar igual tendríamos algunos kilovatios gratis, pero luego os acomodáis a las circunstancias, aunque éstas os estén fastidiando. Todo el esfuerzo se perdió en la discusión trivial entre los amigotes. Fijaros os pongo un ejemplo: El otro día me acerque a los lindes de una obra, donde están haciendo un subterráneo, pues ya había tres personas y cada uno dando su parecer de cómo se debía hacer la entrada y salida de los coches. Los tres versiones diferentes y rebatiéndolas, mientras las máquinas hacían todo lo contrario. Es la idiosincrasia de este pueblo, que además siempre siente la necesidad de que le sea reconocido lo que hace, de lo contrario no quiere saber nada del tema. Y uno por el otro la casa sin barrer. En mi opinión, a nivel de autoridades debe pasar un tanto de lo mismo.

-Oye Isidoro – interrumpe Ramón- me debo marchar, son las nueve y media y la parienta me espera para cenar.

Así se levanta la reunión y cada uno para su redil.

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