Escorpiones (Poema)

Paseábamos por la playa,

y me iba hablando de fiestas y de licores,

de los muchos amigos que tenía

y de lo bien que le iba todo;

pero yo sólo tenía ojos

para el escorpión

que le estaba besando el pie.

Me dijo que tenía uno igual

en la nuca (“Pon la mano ahí, sí”),

y otro más pequeño en un sitio

que no me podía enseñar.

Suspiré y le dije que

yo carecía de tatuajes

con los que intercambiar entusiasmos,

pero mi intención era triunfar

donde se habían rendido sus escorpiones.

(“Poema con olor a humo” / 2005)

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