(Foto: José joaquin cuando tenia 2 añitos)
Hacia mucho tiempo que no volvía a estar en mi vieja zona de la
playa, en frente de la heladería la Peña la Vieja, desde que me casé hace diez años, y a mi mujer le gustaba una zona con menos rocas, cerca del balneario.
Pero estos días he vuelto a mi vieja zona de la playa con mi hija de dos años, y he recordado mientras le daba la merienda a las siete de la tarde sentados en la toalla, cuando con 6 años (ahora tengo 40) en ese mismo lugar mi madre nos sentaba, a mi y a mi dos hermanos, a esa misma hora a comernos un bocadillo de queso con pasta de guayaba “Conchita” y un “colacao” calentito que sacaba del termo.
Nos tenia que sacar a rastras de la playa, cuando ya casi había
oscurecido, yo me conocía la ubicación de todas las rocas y sus
nombres: La Bandera, El Camello, La Resbaliza, El Piano,…, ahora casi no me acuerdo de cual es cada cual.
Pero una cosa si me he prometido, mis hijas (tengo otra de un mes y medio) merecen pasar los mismos grandes momentos que yo he vivido; las pandillas, jugar al clavo, tirarme de las peñas, ir nadando a la Peña la Vieja a escondidas, por que mi madre se enfadaba.
Además en una zona donde el respeto es una máxima, por ser una zona poco frecuentada, casi por los vecinos del barrio y algún despistado, donde los niños juegan tranquilos sin el riesgo de que el fantasma de turno hacienda piruetas les de un golpe o los egoístas de siempre le peguen un balonazo.
De allí, de Los Lisos en marea alta, nació la afición de mi hermano por “cebar olas”, cuando con 6 o 7 años con su trozo de madera curvada se iba horas y horas a coger olas, lo que le ha llevado hoy en día a ser seleccionador nacional de Longboard de la Federación Española de surf.
Y como esas, muchas mas vivencias, que marcaron de una forma u otra nuestras vidas, dejando un recuerdo bonito e imborrable que me gustaría que mi hijas revivieran en si mismas.