Venus nace de la rala
copa de un cocotero
y en su diestra lleva
el fruto del banano
con la cáscara pendiente
como un tierno palio de oro.
Llega el Verano
y un pescador cambia
una libra de almejas
por una máscara de esgrima.
Álvaro Mutis.
El Mapa, IX.
(Summa de Maqroll)
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avenida de
aves:
el sol
sellado sobre
el agua el
golpe
del aire
entre el
ave y la
página
Andrés Sánchez Robayna.
Triángulo, I.
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Lo más hermoso, aquello
que no puede comprarse,
qué vale, frente a un copo de tu espuma,
si se sabe mirar,
frente a una pluma de tormenta, rota
sobre tu orilla, frente
a tus platas y azules,
metales y cristales,
si se los sabe oler, gustar, tocar, oír…
Qué vale nada lo que tú. Rebosa
la eternidad tu vaso,
llueve su vino sobre nuestra carne.
Una concha roída
por los gusanos de tu mar, un poco
de cal, y bruma, y nácar,
puede hacernos llorar,
ensancha las fronteras
del alma, desmorona
los muros negros de la realidad.
Qué vale nada, todo,
lo que tú, playa mía,
lirio de arena, selva
de círculos de oro,
túnica ardiente, pálida campana,
palacio sumergido,
inolvidable…
José Hierro.
Madrigal.
(Cuanto sé de mí)
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Así se fue mi padre
al interior del tiempo
como una extraña roca.
Así se fue a la noche
cuando aún yo dormía.
Entre dos llamas.
Mar García Lozano,
Mi niñez y la mía.
(Los mercaderes)
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Por fin callé.
La era del membrillo
me vino con tu abrazo.
Supe decir entonces:
dame, tierra,
un mundo sin ahogados,
una sola mujer de muchos siglos,
un solo ángel de ti.
Pude decir entonces:
ahora soy otra vida.
Mar García Lozano.
Ciudad, II.
(Los mercaderes)
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Llegan los animales del silencio, pero debajo de tu piel
arde la amapola amarilla, la flor del mar ante los muros
calcinados por el viento y el llanto.
Es la impureza y la piedad, el alimento de los cuerpos
abandonados por la esperanza.
Antonio Gamoneda.
Pavana impura.
(Libro del frío)
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Nada hay en el mundo tan dócil y débil como el agua.
Pero nada más poderoso que el agua para
destruir lo duro y lo fuerte.
Nada hay que la pueda sustituir.
Esto puede comprobarse: lo débil puede
vencer a lo fuerte y lo flexible a lo
rígido.
Todos conocemos esta verdad y, sin embargo,
todo el mundo actúa como si no la conociera.
Lao- Tsé.
Confiar en la sinceridad.
(Tao Te Ching)
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Lejos del mar nunca podrás ser libre.
J. M. Caballero Bonald, Tierra adentro.
(Diario de Argónida)
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Siempre que sueño las playas,
las sueño solas, mi vida.
… Acaso algún marinero…
quizás alguna velilla
de algún remoto velero…
Rafael Alberti.
Siempre que sueño las playas.
(Marinero en tierra)
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Buen marinero, hijo de los llantos del norte,
limón del mediodía, bandera de la corte
espumosa del agua, cazador de sirenas;
todos los litorales amarrados, del mundo,
pedimos que nos lleves en el surco profundo
de tu nave, a la mar, rotas nuestras cadenas.
Rafael Alberti.
A un capitán de navío.
(Marinero en tierra)
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El mar del silencio matutino se ha ondulado con el canto de los pájaros. Todas las flores han estallado de alegría a la vera del camino. Y un tesoro dorado se ha ido derramando a través de las nubes rasgadas. Pero nosotros, sin reparar en nada, continuábamos rápidos nuestro camino.
Rabindranath T. Tagore.
Ofrenda Lírica, 48.
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Al golpe de la ola contra la piedra indócil
la claridad estalla y establece su rosa
y el círculo del mar se reduce a un racimo,
a una sola gota de sal azul que cae.
Oh radiante magnolia desatada en la espuma,
magnética viajera cuya muerte florece
y eternamente vuelve a ser y a no ser nada:
sal rota, deslumbrante movimiento marino.
Juntos tú y yo, amor mío, sellamos el silencio,
mientras destruye el mar sus constantes estatuas
y derrumba sus torres de arrebato y blancura,
Porque en la trama de estos tejidos invisibles
del agua desbocada, de la incesante arena,
sostenemos la única y acosada ternura.
Pablo Neruda.
Cien sonetos de amor, IX.
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Cuentan que la Bella Durmiente
nunca despertó de su sueño.
Leopoldo María Panero.
Érase una vez.
(Otros poemas)
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Las caballas brillan como onzas de plata.
Piezas de bravura amputadas al mar.
Manuel Rivas.
La rosa de piedra.
(Ella, maldita alma)
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Te propongo construir
un nuevo canal
sin esclusas
ni excusas
que comunique por fin
tu mirada
atlántica
con mi natural
pacífico
Mario Benedetti.
Nuevo canal Interoceánico.
(Cotidianas)
Recopilación Teresa Iturriaga Osa
Sus dimensiones eran un metro y sesenta centímetros de largo por noventa de ancho en el caparazón. Su peso se aproximaba a unos trescientos kilogramos
23/01/2025
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