“Cuando dos caminos se separan… toma aquel que se dirija a la playa”. Hannah McKinnon

Sábado de temperaturas primaverales

La maravillosa vida que esconden los fondos de la playa de Las Canteras “El erizo: luces y sombras”

“Diadema antillarum”, el erizo de lima. Parece increíble que un animal tan pequeño cargue sobre sus hombros una fama tan pesada. El erizo de púas largas, cuando aumenta en número de forma descontrolada, puede ocupar amplias zonas rocosas que deja totalmente peladas, los llamados blanquizales. Esta penosa situación, común en muchos fondos de nuestro archipiélago, puede contemplarse también en la parte posterior de nuestra barra.

 

Para las primeras imágenes nos permitimos un pequeño viaje a los mares del norte (al muelle de Sardina concretamente) para observar de cerca al erizo de púas largas “pelando” una roca como sólo él sabe hacerlo y para mostrar un fondo rocoso típico, a unos 5 metros de profundidad, como los que suele sitiar en grupo.

Pero no vamos a concluir el capítulo de esta forma. No seríamos justos con el erizo. El equinodermo, animal de una belleza salvaje, no solo juega un papel fundamental en su entorno cuando está en equilibro con el mismo, sino que además ofrece cobijo a algunos moluscos, decadópodos, y hasta diminutos cangrejos que se han acostumbrado a vivir entre sus púas. También es alimento para algunos ilustres personajes habituales de nuestra playa, como la estrella de mar o el tamboril. Hay varios tipos de erizo en Las Canteras, no sólo erizos de Lima, y son estos últimos, negros y de púas largas, los que suponen un problema a largo plazo cuando crecen en número de forma desmedida.

Para las tres últimas imágenes volvemos a nuestra playa. Ahí tenemos un caparazón inerte donde se ve al erizo exhibiendo su encanto incluso después de muerto y un exótico ejemplar de púas verdes adherido a una pared de la barra. Concluimos con un escalofriante plano interior para recrearnos con la hermosura de este invertebrado. El caparazón, de un rojo muy intenso, está recubierto de unas extremidades ambulacrales que recuerdan a las de la estrella de mar y las púas, que descansan sobre unas curiosas bases en forma de corona, emergen sublimes como torres de marfil para poner la guinda a una imagen impactante que invita a la reflexión.

Los numerosos estudios realizados por las autoridades competentes parecen coincidir en que la sobrepesca y la contaminación por vertidos, entre otros, son los principales culpables de la reducción de los predadores naturales del erizo de Lima y, por ende, del crecimiento incontrolado del mismo. Es justo recordar, pues, que el erizo no es la raíz del problema. Es sólo su preocupante desenlace.

Manuel Marichal

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