La calle Dr Miguel Rosas tiene un tramo de 86 metros convertido en pesadilla. Las transversales Ripoche y Luis Morote limitan 430 metros cuadrados de calle peatonal que muchos evitan y sus vecinos padecen.
Tenía que ser la bomba vivir a a unos 150 metros del paseo de Las Cantera y a un centenar de unos de sus hoteles más emblemáticos, pero no lo es.
Para los vecinos del trozo de calle que rodea al centro de acogida municipal Gánigo, llegar a casa es un sobresalto y las mañanas, un concierto de insultos y esputos que llega por la ventana.
En este tramo de Dr Miguel Rosas se representa un drama social a diario y todos los papeles son de víctima.
Según la definición que figura en la web del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria Gánigo es un “centro de baja exigencia para personas en situación de exclusión social muy severa (sin techo)”.
Baja exigencia significa que está destinado a personas que no tienen intención de renunciar a sus adicciones, según publicó la agencia Europa Press en 2013 cuando el ayuntamiento tomó la decisión de dar esta función al centro de la calle Dr Miguel Rosas.
Personas “en situación de exclusión social muy severa (sin techo)” acuden a Gánigo a diario a dormir y/o a comer (desayuno, merienda y cena). Algunos lo hacen de manera pacífica y silenciosa; otros no.
Escenas de sexo explícito y completo en la misma calle, insultos de alta graduación, amenazas –“te voy a cortar en trocitos” o “acabo de salir de la cárcel y tengo unas ganas de matar”-, y olor a orines componen el fresco que dibujan algunos testigos.
“Cuando el ayuntamiento tomó la decisión de convertirlo en centro de baja exigencia aún los efectos de la crisis no eran tan evidentes; desde hace dos años vemos que el centro está saturado”, observa uno de ellos atado a la calle por la hipoteca de su piso: quién lo querría comprar.
Locales que jamás se han alquilado, inquilinos que se marchan espantados de apartamentos modernos situados a un paso de la playa y padres que tapan los oídos de sus hijos al llegar a casa para que no escuchen expresiones que ruborizarían a la tripulación un barco pirata son consecuencias de lo que se ha calificado como un problema de convivencia.
“Una noche tuve que buscar a una pareja de policías para que me acompañaran a mi casa, me había llamado mi madre para avisarme de que había un hombre con el mono dando gritos con un cuchillo en la mano delante de mi portal”, aporta una vecina”
Hace “4 o 5 años” los vecinos de este tramo de calle comenzaron a movilizarse. Primero, una carta al entonces alcalde, Juan José Cardona. Después vinieron otras reuniones y entrevistas, reportajes en los medios de comunicación y últimamente un encuentro con el delegado del Gobierno, Enrique Hernández Bento.
Antes, la corporación municipal había aprobado por unanimidad una moción por la que se compromete a implicarse en el desarrollo del Plan Integral de Atención a las Personas sin Hogar. Mientras este plan se pone en marcha, se aumentarán las medidas “de atención especial en materia de limpieza y seguridad” en el entorno de Gánigo.
La Delegación del Gobierno, por su parte, propone poner cámaras de vigilancia. Deben pedirlas y este será su próximo paso.
Como a perro flaco todo son pulgas, junto a Gánigo, pared con pared, está el inmueble de lo que fue una comisaría, ruinoso y con okupas pese a la tapia que han se levantó en la entrada.
“La solución es trasladar el centro, pero nos dicen que por ahora no hay dinero”.
Los vecinos se han reunido con el concejal de Servicios Sociales, Jacinto Ortega; el del distrito, Sergio Millares, y con el jefe de la policía, y subrayan su afán de que la solución llegue por la vía del consenso entre todos los grupos políticos, que no se convierta en un pim-pam-pum político.
“Es justo que digamos también que el grupo de gobierno es consciente de que este es un problema grave y por ello tenemos abierta una línea de comunicación fluida y constante: el problema es que por mucha limpieza o vigilancia que se ponga, no es mas que un parche a lo principal: la ubicación del centro y la suciedad, los jaleos y los problemas son intrínsecos a un centro así que usa la calle como sala de espera. Sigue habiendo movidas cada día”.
La pregunta es inevitable: ¿no temen ser tildados de insolidarios?
“Todo tiene un límite, ellos tampoco están bien atendidos”.
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Comentario
Carlos Gómez Rodríguez:
Soy vecino de esa calle. Concretamente del número 14. Es imposible dormir casi cada noche.
Este último fin de semana tuvimos peleas el viernes por la noche, una persona inconsciente y herida en la cabeza el la mañana del sábado y en la noche varias peleas y golpes continuos en la puerta de metal del edificio contigüo al centro.
llamé a la policia varias veces. Acudieron pero realmente no sirvió para nada. tanto la persona herida como las que se estaban peleando a gritos a las 4 de la mañana, se fueron tranquilamente…. Y volvieron al rato a seguir gritando e insultándose.
El problema real no es el centro Gánigo. El verdadero problema es el edifico colindante en el que se han instalado varios jóvenes, tanto marroquíes como canarios que se dedican a l trapicheo. Están siempre borrachos o drogados y ese hace que sus niveles de agresividad sean realmente preocupantes.
No sabemos a quien dirigirnos ni qué hacer, pero la situación es realmente insostenible: cada noche se repiten los insultos, las amenazas, las agresiones…
Este escrito, realmente es una llamada de auxilio, para que alguien nos indique qué hacer o los pasos a seguir. El día menos pensado habrá una desgracia importante.
Gracias.