“Necesito el mar porque me enseña.”. Pablo Neruda

El Gobierno de Canarias declara la alerta por fenómenos costeros a partir de las 22.00 h. de este jueves: la previsión meteorológica apunta a mal estado del mar con oleaje de mar combinada de cuatro a seis metros de altura.

“Un muro de recuerdos” en la columna de Maria Sanchéz.

Margullando

“Un muro de recuerdos”

Todo vecino de esta ciudad que se precie atesora entre sus recuerdos algún momento especial vivido en la playa de Las Canteras, si no unos cuantos. Ya sea porque fue allí donde su padre lo enseñó a nadar cuando apenas levantaba unos pocos palmos del suelo, a base de tragar agua salada y llevarse algún que otro revolcón de las olas, o porque fue en ella donde recibió su primer beso de aquel amor de verano que se fue para nunca volver, porque era allí donde se reunía con su pandilla de amigos de juventud hasta que cada uno siguió su propio camino, o porque pasaba en ella cada domingo de los largos veranos de su infancia con la familia al completo, lo cierto es que todos hemos tenido en esta playa nuestra alguna vivencia digna de recordar.

De esos recuerdos, los de varias generaciones de un puñado de familias de la zona y algunos más, decidieron empapelar toda una pared los vecinos de la Playa Chica hace unos años. Con motivo de sus fiestas, y capitaneados por la realizadora de televisión y también vecina Desirée Hernández, algunos enamorados de Las Canteras tuvieron la original idea de decorar gran parte del frontis de una las pocas casas terreras que quedan aún en la calle Torres Quevedo, en la Playa Chica, cómo no, con un montón de instantáneas que muestran todo tipo de imágenes de la vida cotidiana en la playa a lo largo de las décadas.

Hay, en ese muro de los recuerdos, fotos de cuando aún se iba a Las Canteras con caseta y albornoz, de cuando la transitaban carretas tiradas por burros, de cuando los trajes de baño de las señoras llegaban a medio muslo y los de los caballeros tenían tirantes. Las hay de niños sonrientes que juegan con neumáticos inflados, porque aún no existían los flotadores de patito, de niñas con tirabuzones que se escoden, con timidez, las unas detrás de las otras, de bebés con bañador de volantitos, parejas de enamorados que chapotean en la mar calma de la marea baja y señoras que hacen corrillo para hablar de sus cosas sentadas sobre la arena. Las hay de los años cuarenta y de los cincuenta, de los veinte y de los treinta, e incluso hay alguna increíble imagen de cuando la arena cruzaba el istmo de lado a lado y apenas había más que unas pocas casas en lo que ahora es la Puntilla, a finales del siglo diecinueve.

Momentos inolvidables para aquellos que los protagonizaron y que quedaron inmortalizados en unas fotos que nos brindan un asombroso viaje en el tiempo con tan sólo un vistazo a la pared de esta casa tan diferente.

Por María Sánchez Lozano

Crónicas anteriores:

>> ¡Atención, atención…!

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