“Cuando dos caminos se separan… toma aquel que se dirija a la playa”. Hannah McKinnon

Viernes: con la brisa del norte llegan las nubes

Bye. Las vacas del paseo ya emigraron a pastos más verdes. Como homenaje, la crónica de María Sánchez: “ Ni mu”.

Margullando

“Ni mu”

Las hay guerreras, con ropa de camuflaje y casco militar, sexy, con liguero, medias de encaje y hasta tacones, relajadas, con rodajas de pepino sobre los ojos y piedras calientes sobre el lomo, y paradójicamente, incluso vaqueras, con marcados bucles dorados bajo un sombrero al más puro estilo cowboy, botas en punta y cartucheras. Las hay ataviadas como jugadores de béisbol, con piel de cebra, cubiertas de flores y hasta con el esqueleto a la vista, como si vistiese un macabro disfraz de Halloween, pero todas tienen un denominador común, son vacas, y se pasean a sus anchas por las Canteras, cual animal sagrado de Nueva Deli.

… Bueno, en realidad, más que pasearse, estas coloridas esculturas itinerantes que, tras haber sido expuestas en la Avenida Mesa y López, adornan ahora el paseo, pueden admirarse en algunos puntos estratégicos de la playa, desde la Cícer hasta La Puntilla, sin olvidar la Playa Chica o la Plaza Saulo Torón, para asombro y divertimento de los paseantes, que, al descubrirlas por primera vez, se detienen a contemplarlas, boquiabiertos, y a hacer algún chascarrillo sobre sus tan vilipendiados cuernos o sus enormes ubres.

Mientras que hace unos años fueron los perros de presa canarios, animal fiero, pero noble, y símbolo de la isla, llamada así en su honor, los que adornaron en forma de arte urbano algunas avenidas emblemáticas de esta ciudad, en esta ocasión y sin motivo aparente, han decidido que sean estos graciosos animales, originales, llamativos e incluso, en algún que otro caso, como ocurre con la que, pintada de negro y amarillo, pretende emular a una abeja, algo inquietantes, los que alegren la vista de los paseantes de nuestra ciudad y nuestra playa.

Estas vacas parecen observar al transeúnte con esa lastimera mirada bovina de sus enormes ojos y preguntarle: “¿Qué hago yo aquí, de esta guisa?”, mientras los chiquillos se sientan a horcajadas sobre ellas y sus padres los fotografían. Pero la respuesta es bien fácil: Publicidad. Porque cada una de ellas anuncia los productos de todo aquel que haya querido publicitarse a través de este poco ortodoxo formato. Así, hay una vaca que anuncia una conocida marca de polos de hielo, otra, neumáticos, otra más, pinturas, y así, con todas. Eso sí, no todos los creativos de las empresas anunciantes han tenido la misma imaginación, y mientras que algunas han ataviado al animal con una indumentaria relacionada con el producto, como es el caso del spa, que además de las piedras en el lomo que antes les he comentado, le han puesto hasta cholas a la vaca, otras, simplemente, se han limitado a escribirle el eslogan en el lomo. Total, ellas, las pobres, no pueden decir ni mu.

Por María Sánchez Lozano

Crónicas anteriores:

>> ¡Atención, atención…!

>> Sopita y pon

>> Los dos patitos

>> Chándales y lycras

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