“Hay un espectáculo mayor que el mar… el cielo”. Victor Hugo

Chándales y lycras, hoy en las crónicas “Margullando”

Margullando

“Chándales y lycras”

Esta mañana han caído dos gotas, nada importante, un chispi-chispi “pa más calor”, que dirían nuestros mayores, y que no ha sido impedimento para que, como cada mañana, la playa se llenase, desde primerísima hora, de paisanos en ropa de deporte de una u otra índole, que aprovechan la fresca y la aún escasa afluencia de transeúntes para practicar sus disciplinas favoritas.

Hay de todo y para prácticamente todos los gustos entre los deportistas que frecuentan Las Canteras a esas horas casi intempestivas en las que el sol aún se muestra benévolo y las masas todavía no se han adueñado de playa y avenida: Militares que, en tropel y uniformados con idénticos pantalones cortos y camisetas, marchan con un desganado trote borriquero, desacompasado y cansino, porque, al fin y al cabo, la mayoría de ellos preferiría estar en la cantina de la base echándose un café y hablando del culo de la cabo Gutiérrez, pero el sargento se ha empeñado, qué cosas, en que la hora de deporte hay que emplearla en ponerse en forma.

Se ven también señoras elegantísimas caminando muy estiradas y todo lo deprisa que se lo permiten sus playeras doradas. Suelen ir ataviadas con chándales de marca de colores suaves, lucir enormes gafas oscuras que les confieren cierto parecido con algún insecto de ojos iridiscentes, y casi siempre van impecablemente peinadas a pesar de las horas, además de que, en todos los casos, más parece que vayan a ir de compras por la Quinta Avenida o Los Campos Elíseos, que a hacer cualquier tipo de ejercicio.

Hay atléticas jovencitas que lucen mallas ajustadísimas y coleta de caballo y que realizan complicadas posturas de yoga sobre una esterilla cuidadosamente extendida en la arena. Con movimientos pausados, ejecutan el saludo al sol, el loto y hasta el perrito, ante la atónita mirada de algún que otro varón ya entrado en años, que las contempla desde la avenida con los ojos como platos y se lamenta para sus adentros de que esta juventud está echada a perder.

Es frecuente encontrarse a amigas para las que salir a caminar no es más que una fantástica excusa para ponerse al día de los últimos acontecimientos, voluntariosos con algún kilito de más que jadean por el esfuerzo de intentar perder alguno de ellos y lucir tipito con el bañador puesto, deportistas veteranos concentrados en su rutina diaria y que casi no se inmutan por el sobresfuerzo y hasta algún atrevido sin camiseta que muestra un torso brillante de sudor y bastante poco atractivo, aunque él crea lo contrario.

En un rato, corredores y demás deportistas pasarán el testigo a bañistas y paseantes circunstanciales. El día sigue y la vida en Las Canteras, también.

Por María Sánchez Lozano

Crónicas anteriores:

>> ¡Atención, atención…!

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>> Los dos patitos

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