El tema de las aguavivas empieza ya a escocer. Unas semanas atrás arribó a la playa una auténtica invasión de la variedad noctiluca, que se interpretó en los medios playeros y periodísticos como un acontecimiento tan inusual que ni los más viejos del lugar recordaban haber visto algo semejante a lo largo de su dilatada vida en Las Canteras. Y se miró con la tranquilidad de quienes están convencidos de que tal fenómeno desaparecería en un par de días y de que no volveríamos a saber de ellas hasta dentro de unos cuantos años. Por lo que tanto bañistas locales y turistas como empresarios de la zona no tendrían que preocuparse sino que soportar con resignación las molestias causadas por tan incómoda visita. Entonces los servicios de limpieza llegaron a recoger a punta pala hasta doce mil kilos de estas picantes medusas.
Pero he aquí que nuestras intrépidas visitantes, lejos de haberse marchado para siempre, han retornado esta semana con mucha fuerza, fuera porque le han cogido el gusto a la agradable temperatura de nuestras aguas, fuera porque las corrientes marítimas y los suaves alisios se han empeñado en arrastrarlas hasta aquí. Y ayer mismo se recogían a punta pala unos mil cuatrocientos kilos, que ya es.
Lo cierto es que ya va siendo hora de que alguien nos explique claramente qué está pasando porque esto en realidad no parece normal. En todos los años que tengo -que no son pocos-, no he visto nada parecido. ¿Es una consecuencia del calentamiento de las aguas? ¿Vendrán a visitarnos con más frecuencia? Si no se informa como debe ser, se da pie a que radio macuto ponga en onda cualquier cosa. A mí me llegó una de que se debía a la escasez de tortugas, sus naturales depredadoras, que habrían disminuido en número como consecuencia del cambio climático del planeta.
En fin, aquí nos quedamos esperando información al respecto desde el desconocimiento total que tenemos del tema.
Luis del Río García
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