“Necesito el mar porque me enseña.”. Pablo Neruda

El Gobierno de Canarias declara la alerta por fenómenos costeros a partir de las 22.00 h. de este jueves: la previsión meteorológica apunta a mal estado del mar con oleaje de mar combinada de cuatro a seis metros de altura.

Antonio Pérez Villalba: recuerdos de una década dorada

Cuando a finales del 77, José Jiménez Sánchez, director por aquel tiempo del Hotel Bello Horizonte le dijo “Antonio pega el salto ya, porque esto dura poco”

Antonio Pérez Villalba, Antoñito para Don Pedro, su primer jefe en el Hotel Roma en la calle La Naval allá por el año 1968, le hizo caso y regreso a su Jerez natal. Al poco tiempo, solo algunos meses más tarde, empezaron a cerrar los primeros hoteles y residencias abiertos por la llegada masiva del turismo en la década dorada de los 68-78.

Antonio fue un testigo envidiable de aquella década de riquezas llegadas del norte de Europa.

“Antoñito”, el más pequeños de lo 9 hermanos Pérez Villalba, llegó a las Palmas de Gran Canaria con 18 años desde su Jerez natal, con su permiso paterno y con la recomendación de su cuñado Isaac, propietario de la famosa por aquel tiempo cafetería ”Bandama” de la calle Luis Morote, empezó a trabajar de botones en el desaparecido Hotel “Roma” propiedad de la familia Domínguez Guedes.

Allí en el viejo Hotel de la calle de la Naval y bajo las órdenes de Don Pedro tuvo los primeros contactos con las hordas vikingas que llegaban por oleadas a hospedarse y disfrutar del clima y la hospitalidad de los lugareños. Antonio recuerda con una sonrisa como los días de partida, las propinas que estos le dejaban multiplicaban por tres su humilde sueldo aunque se pasara toda la noche maleta baja, maleta sube.

En el “Roma” fue donde Antonio ascendió de botones a recepción, debido en parte a su facilidad con los idiomas, debido en parte al empeño que ponía estudiándolos, en la vieja academia “Benedict”. de la calle Tomas Morales.

Como si de cualquier fichaje futbolero se tratase, fue contratado como recepcionista por el Hotel “Tenesoya”, donde tras el lapsus obligado de la mili, volvió a su guardado puesto. En este lugar Antonio recuerda el gran compañerismo que existía entre los trabajadores, “ eran muy buen gente” comenta con sus acento andaluz-canario. Tiene un gran recuerdo de su compañero Oscar que más tarde se hizo policía local con “salakof”. El bueno de Oscar nunca se llegó acostumbrar a llevar tan pesada gorra.

Antonio recuerda con simpatía de cómo a lo machitos locales de entonces, no se les permitía subir a las habitaciones con sus conquistas, todos acababan en el salón social “al noble”, que tenia el “Tenesoya “ en la planta baja, cara a cara con el recepcionista, que vigilaba todo movimiento sospechoso que allí se producía…..

Eran buenos tiempos para todo aquel que vivía del turismo, había y se movía muchísimo dinero. Antonio y sus colegas del ramo disfrutaban de lo lindo, trabajaban en lo que les gustaba, buenas propinas, playa y correrías nocturnas por las grandes discotecas de moda del momento; “El Volcán” y “La Bella Época” donde eran tratados como auténticos Vip,s por su influencia con los turistas hospedados en sus lugares de trabajo.

Del “Tenesoya” al Hotel “Folias” siempre progresando, subiendo escalafones. Antonio Pérez considera al Folias como su verdadera escuela, todo lo que sabe se lo debe a los 2 años que paso en ese emblemático hotel.

A la mente, le vienen multitud de recuerdos de aquella época: El impecable Doctor Pavillard que venia a prestar sus servicios médicos al Hotel, con su reluciente Roll Royce azul aparcado en la puerta, de cuando le compro una cámara fotográfica a “Pepeindio”, uno de los poderosos popes de la colonia hindú de entonces, cámara que con un rollo de 36 fotos salían 72, de los perros calientes daneses marca “Sybilla”, de cómo cada día que paseaba por la Avenida de Las Canteras veía caer hermosísimas casa antiguas, con sus grandes balcones canarios.

Tras un paso fugaz por el Hotel “Gran Canaria” en la Playa Chica, hotel pionero en dar los servicios de desayuno tipo Buffet, gracias a una vanguardista iniciativa de su jefe de cocina, el Sr. Reyes.

Su aventura isleña acabo en el Apartahotel “ Bello Horizonte” el 7 de enero de 1977. Tras el consejo sabio de su director, hizo sus maletas, dejó a su viejo amigo del alma: Gonzalo Rodríguez Castillo, cogió su cámara de fotos y antes que todo se fuera a “pique” volvió a su tierra para convertirse en lo que es hoy. Un profesional de la recepción que alterna su trabajo en el Hotel “Jerez” con su labor de docente, enseñando a sus jóvenes alumnos de FP todo lo que hay que saber sobre una recepción y el trato a los clientes.

Antonio solo ha venido Las Palmas, dos veces desde que se fue aquel día de 1977, una en 1991 y otra este mes de febrero del 2005, con la perspectiva que le da el tiempo y la distancia, sabe como nadie lo que fallo aquellos años, finales de los 70, para que el turismo y la riqueza dejara de venir. El lo resume en tres cosas: La falta de un estudio de la evolución de mercado, el chantaje de los touroperadores, y al afán que teníamos todos por exprimirles hasta la ultima peseta.

A Antonio, Antoñito para Don Pedro, le brillan los ojos de emoción cuando recuerda esta época de su juventud que vivió aquí en Las Palmas de Gran Canaria, la década dorada del turismo en Las Canteras, a él y a “otros” como él, los habitantes de esta ciudad les deben que Las Palmas de Gran Canaria despegara económicamente y que sea lo que es ahora: Una ciudad prospera y cosmopolita.

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