“Cuando dos caminos se separan… toma aquel que se dirija a la playa”. Hannah McKinnon

Tarde agradable: nubes y claros

Todo llega por José Juan Delgado

(A Manuel Padorno, “in memoriam”)

Leo en la prensa que la playa de Las Canteras está a punto de contar con conexión a Internet, sin cables, gracias a la instalación por parte de Telefónica de un sistema que permitirá, a quien lo desee y esté equipado con ordenador portátil y sistema wi-fi, navegar, no en el sonoro Atlántico que baña sus arenas, sino en la red y desde cualquier rincón del paseo y de la playa. Y esa iniciativa la acojo con reservas, puesto que aunque usuario cotidiano de ordenador, no quiero tener con Internet la más mínima relación dado que, hasta ahora, ese invento que mantiene embobados y durante horas a cientos de personas delante de una pantalla en todo el mundo, no conviene a mis intereses ni necesidades porque todavía me queda muchísimo por leer y que consultar valiéndome del soporte más clásico y delicioso que es el libro convencional. Ese hecho, que tiene cita diaria y dilatada, sinceramente prefiero hacerlo acariciando con reverencia las páginas de un volumen, de una revista, de un periódico…, que no quedarme ciego ante una pantalla y que, para mayor escarnio, me bombardeen, sin miramientos, con publicidad consumista, señoras “en bolas” y otras molestas interferencias.

Pero a lo que iba: titulo esta colaboración “Todo llega” porque en cuanto leí la primicia, la memoria -que afortunadamente nunca nos deja- me regaló la evocación de los muchos momentos pasados en la terraza del antiguo restaurante “Royal”, entre las calles Kant y Galileo (actualmente, muchos chinitos dan allí comidas chinas a un euro el menú) charlando con los amigos y, muy en particular, con el continuamente añorado Manuel Padorno, con quien compartí decenas de horas de charla, tratando de lo divino y de lo humano, de la creación de El Sebadal Cultural, suplemento de cultura de este mismo rotativo, en el que colaboré asiduamente y que dirigía Manuel, planificando nuevas ediciones, leyéndonos y opinando sobre poemas propios y ajenos, y él machacándome con una obsesión que tenia: “Pepe, ¿qué cantidad de “cuento” debe contener un poema? Escribe sobre eso, hombre”. Eran tantos nuestros planes y, por aquellas fechas, tan estrecha su relación con Canarias 7 que, con harta frecuencia, sentados en aquella querida terraza, Manuel me espetaba: “Pepe, seria estupendo que colocaran unos enchufes en estos muros sujeta-barandas del paseo, junto a las mesas, para desde aquí poder trasmitir y recibir faxes a discreción, sin tener que abandonar este acuartelamiento marítimo nuestro, con la brisa y la luz canarias dándonos en el rostro”.

Pues bien, Manuel, todo llega. Tú, siempre tan intuitivo, adelantándote a tu tiempo, con imaginación y entusiasmo desbordantes, adivinaste, acertadamente, que tu deseo se haría realidad, que lo que parecía una utopía tendría lugar un día. Pues aquí está, amigo entrañable, ya es una realidad, y sin enchufes ni cables. Envíanos cuantos faxes, e-mails, saludos y consejos quieras (cuánto valdría hoy tu sensata opinión en cuestiones de suma relevancia que acontecen en la sociedad canaria, en urbanismo, en política local, regional y europea, en asuntos turísticos, en literatura y arte…,en todo lo que afectara, para bien o para mal, a nuestras Islas). Quizás sea este un obsequio, un regalo de cumpleaños, pues fue en un mes como en el que ahora estamos cuando viste la luz por primera vez en esta nuestra querida tierra. Hasta siempre.

José Juan Delgado

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